viernes, 20 de julio de 2012

inicio de periodo vacacional (que no de vacaciones)

Me concentro en hacer innumerables "gorritangas", una encima de la otra hasta conseguir un castillo de 300 torres con un foso para cocodrilos y algas peligrosas.  Debo llevar...no se, más de dos horas hasta que oigo una voz que grita aterrorizada: "ola graaaadeeee", y yo, que en toda la tarde he tenido que escuchar unas 1500 veces el mismo reclamo, no me molesto ni en mirar atrás. 

De repente, una ola me sorprende y me desplaza medio metro,  dejándome perpleja mientras observo que mi obra de arte se espachurra pasando a ser una inmensa trampa para los paseantes playeros. Yo, miro el Cartier y son las 7 de la tarde. Mis hijos me miran mientras en sus ojos puede leerse a modo de "autocue": "por favor, no vuelvas a empezar de nuevo", solo ellos y "mon mari" saben lo tozuda que puedo llegar a ser, así que me levanto y tras retirarme media playa de dentro de la braguita del bikini (que no tanga porque una ya no tiene el cuerpo para eso), me sumerjo cogida de la mano de mis hijos en "la mar salada",  nombre que utiliza curiosamente mi hija, de manera habitual, para referirse al mar y nos adentramos plácidamente.  

La tranquilidad se esfuma en la primera ola que arrolla literalmente a mi príncipe, arrancándole el bañador de cuajo y dejando al descubierto un culete refulgente al que le sigue una cara de pánico y un llanto descontrolado. Al otro lado, mi princesa intenta mantenerse de pie mientras se sube el biquini y yo repaso que todas mis prendas se encuentren en su lugar mientras maldigo a Poseidón y a toda su familia. 

Bueno, así han comenzado mis vacaciones, con tardes de playa, noches de Grey y ratos de Apalabrados. ¿Un poco rara? Quizá, pero eso si, muy muy feliz.