martes, 6 de julio de 2010

FIN DE SEMANA EN EL MAR

Fin de semana distinto, aderezado por salitre, arena y protector solar con aroma a coco, como el que siempre usaba mamá, consiguieron hacerme olvidar la mirada perdida de la marroquina que descubrió que tras su denuncia se derrumbaba toda su vida, todo, por no querer seguir aguantando los continuos abusos y mamporros que le regalaba su esposo después de regresar del trabajo e irónicamente... de sus rezos diarios.


Fin de semana donde los niños han disfrutado tanto, que la nena me comunicó muy apenada, cuando ya nos marchábamos, su decisión unilateral de quedarse a vivir en la casa de la playa, donde las paredes desconchadas, echan de menos al patriarca y las cortinas susurran, calladas, todos los secretos que han presenciado durante más tiempo del que hubieran podido imaginar.

Fin de semana helado, a pesar de las altas temperaturas, porque sus labios no acariciaron mis pezones, quizá por falta de intimidad o por mis deshoras justificadas. Le he echado de menos teniéndole cerca y... odio esa sensación.

Fin de semana que finalizó con una caminata de hora y cuarto, donde gratamente descubrí que la mirada nostálgica y entrañable de la anciana de cabellos de plata que se sienta en el banco verde de la avenida, sigue buscando , como cada noche de verano, encontrarse con mis ojos para regalarme una sonrisa...un honor saludarla de nuevo.

2 comentarios:

Maik Pimienta dijo...

Me gusta más así. Menos periodística y más intimista. Lo he releído. Besos.

Y MARIELA SIN PARAGUAS dijo...

Crítica bien recibida y tomo nota para los próximos. Muak