lunes, 26 de abril de 2010

SARITA DINAMITA

Aquella mañana me levanté sobre las ocho como de costumbre y el líquido que resbalaba por mis piernas me anució que aquel no iba a ser un día cualquiera.


Llamé a Papá y me duché. Tras acicalarme, emprendimos el viaje para conocerte. La bolsa, meticulosamente preparada hacía más de dos meses, esperaba inquieta en el armario de tu habitación y apenas dolía nada.

La fiesta empezó pasado el mediodía y acabó sobre las 9:30 de la noche. Yo, extasiada, rompí a llorar al oírte gritar tras un sufrimiento fetal y una incisión que me marcó para el resto de mi vida.

Ya han pasado tres años desde aquello y no he conseguido olvidar el olor de aquella gélida habitación, el calor prestado de la mano del anestesista cuando me acariciaba el cabello y la sensación de notarte salir desde adentro, como si te arrancaran.

Fue una niña, una niña de cristal y de noble linaje, es más, ella anda convencida de que es una auténtica princesa. En numerosas ocasiones, corretea y tras fingir un pinchazo, se desvanece y espera que el beso de quien más cerca se encuentra, le devuelva a la vida. Sus gestos, minuciosamente impensados, la hacen parecer delicada como una alevilla y con su frescura infinita, nos aliña la vida.

Mamá.


3 comentarios:

Maik Pimienta dijo...

¿Gestos minuciosamente impensados? ¿Quién habla de sensibilidades? Es magnífico. Ah!! yo también me caía a posta haciendo el tonto para llamar la atención :). Ole las madres salerosas.

Anónimo dijo...

A ver bonita... precisa ¿No recuerdas los sabores de chocolate y jamón de después?

Javier.

Y MARIELA SIN PARAGUAS dijo...

Seguro que tu tambiés estabas hecho todo un principe azul desde bien pequeñito, Maik.

Hola Javi, has segut molt rapit passant per ací. Tens raó, els bombons de "cocoa" que me vas portar eren insuperables al igual que el Joselito que va portar mon pare. Gracies per recordar-me mes moments positius. Un besset